martes, 16 de enero de 2007

Jardín zen

Piedras blancas en caminos,
largos y lisos,
rocas duras y extrañas
en medio de la nada.
Oscura la casa y gris el paisaje,
hay ciénagas profundas
en medio del desierto
no hay verdes que las desagan.
Más el cielo sigue siendo azul,
azul cobalto y mineral,
cielo abierto e infinito,
un más allá que no se acaba.
En los ojos del otro se advierten
chispas de deseo,
de otra posibilidad para la vida,
piedras blancas pulcras y ordenadas
muestran el camino.

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